Habíamos quedado en vernos unos días después. Espero que no confiase en verme en el Averno. El dolor de la pérdida, a pesar de lo que él había vaticinado unos años antes, una tarde, mientras le pintaba los ojos y gorroneaba una botella de ginebra de mi madre, se hizo soportable, como otras tantas. Nunca pensé en ir detrás.
No voy a llevarle flores. Voy a ir a ponerle una canción. Seguro que está hasta los mismísimos de estar rodeado de viejos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario