Esperar un par de meses, volver a empezar y tratar de no estar escribiendo esto mismo cualquier noche de marzo no tiene sentido. Mejor dejarlo ahora que estoy a tiempo.
Dejarlo; como dejar de pensar en cosas como el efecto placebo, la homeopatía, en tratar de alcanzar el horizonte, en atravesar un agujero negro, en las horas que hay que esperar, según tu madre, tu abuela y tu tía para meterte en la piscina después de comer, en la letra de los médicos, en dónde se encuentran los mensajes que te han enviado cuando tienes el móvil apagado, en si es tan potente, rápido y eficaz el experimento sádico de Lupa+Sol+Hormiga, en la Teoría de Cuerdas, en porqué vuelan así de bien los aviones, en por qué venden hielo en las gasolineras, en el frío que hace fumando en la puerta de los bares, en la estética de Hegel, en si alguien se creyó que Jeanette fue rebelde porque el mundo la hizo así o si fue rebelde y punto, en la primera persona que decidió comerse una nécora o cualquier bicho de mar, en Proust, en si existe el papel higiénico reciclado, en J. haciéndome caricias en la cara...
¿Veis? Necesito práctica.
Vuelvo a empezar.
Pienso en las fundas de edredones nórdicos, en que no sé resolver una ecuación diferencial, en las calaveras de James Ensor...
viernes, 7 de enero de 2011
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