Me voy, me traslado, parto, me alejo, me ausento, emigro, salgo, me marcho, me largo, o tal vez huyo de Santiago.
Pero sabes, yo no podría haberlo hecho mejor y que no hubo mañanas más felices en mi vida.
Después de las fiestas.
Y cuando todo el mundo se iba
y nos quedábamos los dos
entre vasos vacíos y ceniceros sucios,
qué hermoso era saber que estabas
ahí como un remanso,
sola conmigo al borde de la noche,
y que durabas, eras más que el tiempo,
eras la que no se iba
porque una misma almohada
y una misma tibieza
iba a llamarnos otra vez
a despertar al nuevo día,
juntos, riendo, despeinados.
J. Cortázar.
sábado, 18 de junio de 2011
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