Puede que te hayas dejado llevar hasta aquí mecido por las olas o aprovechando la bajada de la pendiente. Es probable que tú ni siquiera desees encontrarte leyendo estas líneas o tal vez hayas esperado a estar a solas para encenderte un cigarrillo y te descubras en este lugar, que pertenece a ninguna parte, por propia voluntad.
Sea como fuere, ya has presenciado el crimen.
Y ahora formas parte de esto.
Ya eres Testigo de mis Errores.

domingo, 28 de marzo de 2010

De la colisión de tus calumias.

Vuelven a resbalar mis palabras por la torpeza con la que me haces mentirte sin que sepas que lo hago, sin que sepa que al mismo tiempo tú también finges que no nos estrellamos, intentando que no vea que estamos a punto de estallar en mil pedazos.

Quizás por yerro o por descuido siempre acabamos dando golpes. Y yo a penas logro zurcir los retales que quedan de mí de tanto quebrarme. De romperte.

Sé que vuelvo, hecha añicos, malograda, a fracasar.

Y no hago nada por corregirme a tiempo.

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