Puede que te hayas dejado llevar hasta aquí mecido por las olas o aprovechando la bajada de la pendiente. Es probable que tú ni siquiera desees encontrarte leyendo estas líneas o tal vez hayas esperado a estar a solas para encenderte un cigarrillo y te descubras en este lugar, que pertenece a ninguna parte, por propia voluntad.
Sea como fuere, ya has presenciado el crimen.
Y ahora formas parte de esto.
Ya eres Testigo de mis Errores.

viernes, 16 de julio de 2010

16- 7- 2009

Kike se murio, hoy, hace eso de hora y media, un año, tal y como había hecho todo en su vida: como y cuando le dio la real gana. Eso sí, con un poquito menos de glamour del esperado. No se puede tener todo.

Habíamos quedado en vernos unos días después. Espero que no confiase en verme en el Averno. El dolor de la pérdida, a pesar de lo que él había vaticinado unos años antes, una tarde, mientras le pintaba los ojos y gorroneaba una botella de ginebra de mi madre, se hizo soportable, como otras tantas. Nunca pensé en ir detrás.

No voy a llevarle flores. Voy a ir a ponerle una canción. Seguro que está hasta los mismísimos de estar rodeado de viejos.

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