Errare humanum est.
Qué catárquico resulta admitir la propia culpa, confesar el pecado ante Nadie y recibir de ese
Nadie el perdón para quedarte bien pulcra, bien inmaculada. Y como ya está todo dicho, os cuento que Dale Carnegie aseguró que hay un cierto grado de satisfacción en tener el valor de admitir los errores propios porque no sólo limpia el aire de culpa y actitud defensiva, sino que a menudo ayuda a resolver el problema creado por el error.
Puedo resumir la forma en la que resolvería el conflicto creado por mis faltas con una frase de Russell: "¿Para qué repetir los errores antiguos habiendo tantos errores nuevos que cometer?"
Pues eso.
domingo, 9 de octubre de 2011
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desde luego que saber latin tiene mas signifciados de los que creemos jeje
ResponderEliminarbesitos!