Puede que te hayas dejado llevar hasta aquí mecido por las olas o aprovechando la bajada de la pendiente. Es probable que tú ni siquiera desees encontrarte leyendo estas líneas o tal vez hayas esperado a estar a solas para encenderte un cigarrillo y te descubras en este lugar, que pertenece a ninguna parte, por propia voluntad.
Sea como fuere, ya has presenciado el crimen.
Y ahora formas parte de esto.
Ya eres Testigo de mis Errores.

miércoles, 24 de marzo de 2010

Sin nombre, sin papeles.

El chico sin nombre, sin papeles, se sienta todos los días frente al bar donde bajo a desayunar.
El chico sin nombre, sin papeles, tiene un gorro de lana de colores que apenas le tapa las orejas. También tiene unos guantes negros y una cazadora verde caqui que siempre lleva puesta.
El chico sin nombre, sin papeles canta bajito las canciones que su abuela le enseñó mientras cocinaba y él y sus hermanas desenvainaban los guisantes.
El chico sin nombre, sin papeles llora de frío y de pena, y estira su mano, para ver si alguien le da alguna moneda.

Pero no está. Nadie le ve. Nadie le oye. Nadie le abriga.

El chico sin nombre, sin papeles, sólo existe para aquellos quienes sabemos mirar y escuchamos su tristeza, y aún así sólo podemos arroparle con una sonrisa.

1 comentario:

  1. Cuánta razón, parece una obviedad pero para ver de verdad hay que saber mirar. Y para saber mirar hay que tener sensibilidad, cosa que no abunda hoy por hoy.

    Un beso!!

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