Puede que te hayas dejado llevar hasta aquí mecido por las olas o aprovechando la bajada de la pendiente. Es probable que tú ni siquiera desees encontrarte leyendo estas líneas o tal vez hayas esperado a estar a solas para encenderte un cigarrillo y te descubras en este lugar, que pertenece a ninguna parte, por propia voluntad.
Sea como fuere, ya has presenciado el crimen.
Y ahora formas parte de esto.
Ya eres Testigo de mis Errores.

domingo, 17 de octubre de 2010

La ineficacia y la deshonra.

Mi primer recuerdo de haber sentido impotencia fue a los tres años, cuando en una guardería no quisieron abrocharme el peto, aunque yo lloraba casi suplicándoselo a la señora que nos cuidaba.

Me acuerdo de haber sentido verguenza a los cuatro, la primera vez que llevé el pelo recogido a clase: me deshice la coleta apoyada contra la pared sin que nadie me viera. Y la primera vez que me hicieron sentir verguenza fue a los cinco, cuando haciendo un "ancho" en la piscina, de espaldas, en clase de natación, el profesor hizo que todos los demás niños, que ya habían terminado, estuviesen callados para que yo no me diese cuenta y siguiese a mi ritmo, medio dormida, dejandome llevar por los chorros de agua. Desperté dándome un golpe con el bordillo. Nunca olvidaré a ese profesor de gimnasia, Luís, señalándome con el dedo, riendo a carcajadas, y a todos mis compañeros burlandose de mi. Claro que tampoco olvidaré como, ocho años más tarde, el mismo profesor nos vino a dar una clase de estiramientos musculares con una erección. Minúsculo pene. El karma, o algo así.

¡Qué duro es ser pequeño!

1 comentario:

  1. Jajaja, no sé si será el karma o no, igual se desquitaba con el mundo a raíz de la existencia de su mínimo pene. Por lo menos te quedarías con la sensación de que estabais en paz.

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