Puede que te hayas dejado llevar hasta aquí mecido por las olas o aprovechando la bajada de la pendiente. Es probable que tú ni siquiera desees encontrarte leyendo estas líneas o tal vez hayas esperado a estar a solas para encenderte un cigarrillo y te descubras en este lugar, que pertenece a ninguna parte, por propia voluntad.
Sea como fuere, ya has presenciado el crimen.
Y ahora formas parte de esto.
Ya eres Testigo de mis Errores.

jueves, 29 de abril de 2010

Romper.

J. me despertó para decirme que no volviese, que ya no quería verme nunca más.
Yo, que me había acostumbrado a llevar sus grilletes como si fuesen pulseras, siento el vértigo del preso que acaba de ser redimido.
La oquedad del hambriento.
La inquina del terrorista.
El abandono.

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