Hace un ratito, de casualidad, entre unas fotos de hace dos veranos, encontré el vídeo que hicimos en tu casa, después de cenar, bebiendo vino.
No sé qué fue lo que me causó más impacto, el volver a oír tu voz, el recordar cómo eras mirando fijamente o el saber que, al menos en mí, has entrado hasta los huesos.
Podría decirte que te echo de menos, pero me he acostumbrado a vivir extrañándote.
Mi amigo, mi amor.
miércoles, 16 de junio de 2010
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