Puede que te hayas dejado llevar hasta aquí mecido por las olas o aprovechando la bajada de la pendiente. Es probable que tú ni siquiera desees encontrarte leyendo estas líneas o tal vez hayas esperado a estar a solas para encenderte un cigarrillo y te descubras en este lugar, que pertenece a ninguna parte, por propia voluntad.
Sea como fuere, ya has presenciado el crimen.
Y ahora formas parte de esto.
Ya eres Testigo de mis Errores.

miércoles, 16 de junio de 2010

Kike.

Hace un ratito, de casualidad, entre unas fotos de hace dos veranos, encontré el vídeo que hicimos en tu casa, después de cenar, bebiendo vino.
No sé qué fue lo que me causó más impacto, el volver a oír tu voz, el recordar cómo eras mirando fijamente o el saber que, al menos en mí, has entrado hasta los huesos.
Podría decirte que te echo de menos, pero me he acostumbrado a vivir extrañándote.

Mi amigo, mi amor.

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