Puede que te hayas dejado llevar hasta aquí mecido por las olas o aprovechando la bajada de la pendiente. Es probable que tú ni siquiera desees encontrarte leyendo estas líneas o tal vez hayas esperado a estar a solas para encenderte un cigarrillo y te descubras en este lugar, que pertenece a ninguna parte, por propia voluntad.
Sea como fuere, ya has presenciado el crimen.
Y ahora formas parte de esto.
Ya eres Testigo de mis Errores.

lunes, 28 de junio de 2010

Olvido.

Somos una mañana en un café de camioneros, una tarde en un área de servicio, una noche en el Club Rubí. Somos ese lugar que publicita el ocio más hastiado con luces de neón, intermitentes, casi fundidas.

Somos la zafiedad y la expresión más elevada de lo vulgar. Somos la aflicción y la carencia.

Y nuestra esencia se ha extraviado.

Será, como decía Antonio Porchia, que algunas cosas se hacen tan nuestras que las olvidamos.

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