Puede que te hayas dejado llevar hasta aquí mecido por las olas o aprovechando la bajada de la pendiente. Es probable que tú ni siquiera desees encontrarte leyendo estas líneas o tal vez hayas esperado a estar a solas para encenderte un cigarrillo y te descubras en este lugar, que pertenece a ninguna parte, por propia voluntad.
Sea como fuere, ya has presenciado el crimen.
Y ahora formas parte de esto.
Ya eres Testigo de mis Errores.

jueves, 6 de mayo de 2010

Ponzoña

Nunca fue dilección lo que nosotros tuvimos.
La obstinación de notarnos uno sólo, y el otro únicamente para el uno, reforzaba la recaída.
Como enfermos, alimentándonos del veneno que eran los besos, las caricias, todas las mentiras...
Se preguntaba Julio Cortázar "¿Qué es el amor, sino reincidencia?".
Desde luego no aquel tósigo, que todavía aflige.

Se ha escrito el epílogo de esta historia.

Las luces se apagan, los músicos salen del palco. Cae el telón. Nadie pide un bis.

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