Somos una mañana en un café de camioneros, una tarde en un área de servicio, una noche en el Club Rubí. Somos ese lugar que publicita el ocio más hastiado con luces de neón, intermitentes, casi fundidas.
Somos la zafiedad y la expresión más elevada de lo vulgar. Somos la aflicción y la carencia.
Y nuestra esencia se ha extraviado.
Será, como decía Antonio Porchia, que algunas cosas se hacen tan nuestras que las olvidamos.
lunes, 28 de junio de 2010
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